jueves, 30 de abril de 2009

Un antídoto contra la gripe porcina.

Es la tarde de un viernes típico y estás conduciendo hacia tu casa. Sintonizas la radio; en un pueblo lejano de México han muerto 3 personas por una extraña gripe.
El sábado, cuando despiertas, escuchas que ya no son 3, sino 160 personas las que han muerto a causa de la gripe porcina. En países vecinos se han detectado muchos más casos.
El lunes ya es la noticia más importante de la portada del periódico.El mundo está en emergencia sanitaria.
¿Cómo vamos a controlar la gripe porcina?Entonces una noticia sorprende a todos: México suspende las clases escolares, la asistencia a los estadios de fútbol, de las Misas... Las autoridades mexicanas recomiendan no dar la mano a nadie, no besarse. El país se paraliza, se toman medidas en los aeropuertos...
A nivel mundial, se decreta el nivel 5 sobre 6 de alerta de pandemia. Se extiende el pánico por el resto del mundo. Cientos de personas han fallecido en los cinco continentes.
Los científicos trabajan con insistencia para encontrar un antídoto, pero nada es verdaderamente eficaz.
Y de repente, viene la noticia más esperada: se ha descubierto cómo elaborar un antídoto. Va a requerirse sangre de un ciudadano que no haya sido infectado ni pertenezca a ninguno de los países en los que se han detectado casos. Se corre la voz para que todos vayan al hospital más cercano para que se les practique un análisis de sangre. Vas con tu familia.
¿Qué pasará. ¿Será esto el fin del mundo?
A ti y a tu familia les extraen sangre. Más tarde, uno de los doctores anuncia un nombre. El más pequeño de tus hijos está a tu lado, te agarra la chaqueta y dice: ¡Papi, ese es mi nombre!. Antes de que puedas reaccionar, sé están llevando a tu hijo y gritas: ¡Esperen!
Y ellos contestan: su sangre está limpia, su sangre es pura. Creemos que tiene el tipo de sangre adecuado para el antídoto.
Después de 15 largos minutos, salen los médicos llorando y riendo. El doctor de mayor edad se te acerca y dice: ¡Gracias, señor!, la sangre de su hijo es perfecta, está limpia y pura, podemos elaborar a partir de ella el antídoto contra la gripe porcina...
La noticia corre por todas partes, la gente está orando y riendo de felicidad. En eso, el doctor se acerca a ti y a tu esposa y dice: ¿Podemos hablar un momento? Es que no sabíamos que el donante elegido sería un niño y necesitamos que firmen este formulario para darnos el permiso de utilizar su sangre. Y preguntas: ¿Cuánta sangre necesitan?... La sonrisa del doctor desaparece y contesta:¡¡¡La necesitamos toda!!!.
No lo puedes creer y tratas de contestar: "Pero, ..." El doctor te sigue insistiendo: Usted no lo entiende, estamos hablando de la cura para todo el mundo. Firme.
En silencio y sin poder sentir los mismos dedos que tienen el bolígrafo en la mano, lo firmas. Te preguntan: ¿Quiere ver a su hijo? Caminas hacia esa sala de emergencia donde tu hijo está sentado en la cama diciendo: ¡Papi!, ¡Mami! ¿Qué pasa?. Tomas su mano y le dices: Hijo, tu mami y yo te amamos y nunca dejaríamos que te pasara algo que no fuera necesario. ¿Comprendes eso?
El doctor regresa y te dice: Lo siento, necesitamos empezar ya, pues gente en todo el mundo está muriendo... ¿Puede por favor marcharse?¿Puedes darle la espalda a tu hijo y dejarlo allí mientras él te dice, ¡Papi, Mami! ¿por qué me estáis abandonando?
Y a la siguiente semana, cuando hacen una ceremonia para honrar a tu hijo, algunas personas se quedan dormidas en casa, otras no vienen porque prefieren ir de paseo , ver un partido de fútbol o beber alcohol en un bar.
Quisieras pararte y gritar: "Mi hijo murió por todos ustedes. ¿Es que no les importa?
"Tal vez eso es lo que Dios nos quiere decir, "Mi hijo Jesús murió por ustedes. ¿Es que no saben cuanto los amo?"
Javier López

2 comentarios:

Mimi - Miriam E. Orlando dijo...

¡Qué buenamanera de recapacitar! me encantó este texto que no conocía.

Mariluz GH dijo...

Amigaaaaa, que no se te ve.
Te dejo un regalo en mi blog para compartir:
http://mariluzgh.blogspot.com/2009/06/pinguino-loco-te-regala-este-paquete.html

un beso